Análisis de la Imagen
En la imagen se observa claramente
las condiciones en las que viven los refugiados. La mayoría de
los que se pueden ver en la foto son mujeres y niños los
cuales suelen ser los más afectados a estas situaciones. Como
explica brevemente la imagen, las personas vienen de un exilio y se
refugian para no sufrir en carne propia las consecuencias de un
conflicto político. Para una asociación como es la
ACNUR es difícil la idea de mantener a esta cantidad de
personas sabiendo que sus ingresos provienen de donaciones. Por otro
lado se observa en los rostros de las personas una mirada de
preocupación y tristeza, es injusto que por tener una
ideología política distinta sean obligados a exiliar y
alejarse de sus hogares. En algunos casos el ser refugiado es el
provisorio hasta la resolución del conflicto pero en otros
casos las situación se agravia a tal punto de nunca volver a
sus hogares, todo por no tener la misma ideología que los
lideres de los gobiernos de turno.
Región
expulsora y región receptora
Problemática de
la región
Somalia es un estado ubicado al sur
de Etiopía, que al igual que su vecino se ha visto inmerso
desde sus orígenes en una cruenta lucha civil entre los
distintos clanes que conforman su territorio enfrentados por el
dominio del poder.
Desde 1991, año en que fue
establecido oficialmente el Gobierno de Transición en Somalia,
el poder oficial se enfrentó violentamente con los diversos
jefes tribales, quienes conformarían la UCI.
La Unión de Cortes Islámicas
(UCI) son un grupo de tribunales de aplicación de la Ley
Islámica (la Sharia) creados por empresarios somalíes
para imponer castigos a ladrones y demás personas que no
acaten dicha ley. Para cumplir este objetivo, posee un brazo armado
que se convirtió en la principal fuerza combatiente del país.
La UCI se ha convertido en el principal enemigo del Gobierno de
Transición de Somalia y de los gobiernos autónomos de
las zonas de Puntland y Galmudung, los cuales reciben un continuo
apoyo del Estado de Etiopía.
Panorama Actual
El conflicto se encuentra actualmente
en un estado de estancamiento debido a la negativa de ambos gobiernos
de cumplir con las obligaciones contraídas en los sucesivos
acuerdos alcanzados. La tensión continua aumentado debido a la
inflexibilidad de los mandatarios, el aumento de tropas en la zona de
seguridad, el rechazo de la labor de la Comisión de la Haya,
las restricciones impuestas a la MINUEE en el cumplimiento de sus
actividades y la participación directa de ambos estados en las
crisis desatadas en estados vecinos, como Somalia y Sudan.
La frágil estabilidad política
de los gobiernos de la región origina que ante cualquier
eventualidad tambaleen todas las instituciones estatales ocasionando
que la sombra de una nueva guerra se cierna sobre el cuerno de
África. El Secretario General, Ban Ki Moon, ha hecho un
llamamiento especial a los gobiernos de Etiopía y Eritrea a
abandonar la lucha armada y sentarse nuevamente en la mesa de
negociaciones. Sin embargo, para esto es necesario de la cooperación
de la comunidad internacional toda.
Situación de
los refugiados
A finales de los años setenta
comenzaron los movimientos de refugiados a gran escala desde Etiopía
hacia Somalia. Aprovechando la agitación interna en Etiopía,
el presidente de Somalia, Siad Barre, invadió la región
etíope de Ogaden en 1977. Pese a su éxito inicial,
cuando la Unión Soviética decidió apoyar al
régimen marxista del presidente Mengistu, las fuerzas etíopes
lograron rechazar la invasión y a principios de 1978, las
tropas somalíes se vieron obligadas a cruzar la frontera y
regresar a su país. Cientos de miles de personas de etnia
somalí que vivían en el Ogaden etíope, temiendo
sufrir represalias por su participación en el recrudecimiento
de violencia que había precedido a la invasión somalí,
huyeron a Somalia. Otras 45.000 se dirigieron al vecino Yibuti.
El papel de Acnur
En 1979, el gobierno de Somalia pidió
asistencia al ACNUR, que ayudó a las autoridades a establecer
y administrar grandes campamentos de refugiados. A corto plazo, estos
campamentos contribuyeron a mejorar las condiciones de los
refugiados, muchos de los cuales sufrían desnutrición y
enfermedades, pero los problemas inherentes a unos campamentos
grandes y superpoblados fueron haciéndose cada vez más
patentes. Las relaciones del ACNUR con el gobierno de Somalia
sufrieron las tensiones de una «guerra de cifras».
Inicialmente, el gobierno afirmó que había 500.000
refugiados en el país, mientras que el ACNUR calculaba que
sólo había 80.000. Después de la llegada de una
segunda oleada de refugiados en 1981 , el gobierno aumentó la
cifra a dos millones, mientras que el ACNUR, otros organismos de la
ONU y las ONG calculaban que había entre 450.000 y 620.000
refugiados.1 Previamente se había calculado que la región
de Ogaden tenía una población total bastante inferior
al millón de habitantes.
Tras los infructuosos intentos del
ACNUR de realizar un censo fiable, en 1982 los organismos de la ONU
acordaron con el gobierno de Somalia establecer la «cifra de
planificación» de 700.000 refugiados, que siguió
siendo el número oficial de refugiados en aquel país
hasta 1985, y la cifra en que se basó toda la asistencia que
proporcionó el ACNUR. Ello a pesar de que, en 1984, el ACNUR
calculaba que más de 300.000 refugiados habían sido ya
repatriados a Etiopía. La presión de los Estados
Unidos, que en aquella época tenía un particular
interés geopolítico en apoyar a Somalia, fue uno de los
factores que contribuyeron a que los demás donantes
occidentales siguieran aceptando las infladas cifras del gobierno
somalí.
Este se benefició en muchas
formas de la asistencia internacional que durante estos años
recibió el país. La asistencia que proporcionaban
organizaciones como el ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)
para satisfacer las necesidades de los refugiados no era más
que una parte de toda la asistencia que recibió Somalia, y que
tuvo un significativo impacto sobre el conjunto de su economía.
Según una evaluación, a mediados de la década de
1980, esta asistencia representaba al menos una cuarta parte del
producto interior bruto del país.
Entre 1984 y 1986, se produjeron
nuevas llegadas de refugiados a Somalia. Al mismo tiempo, durante ese
mismo período, un gran número de refugiados regresó
desde Somalia a Etiopía. Sin embargo, a finales de los años
ochenta, las crecientes denuncias de abusos generalizados contra los
derechos humanos a manos del gobierno de Somalia provocaron una
espectacular reducción de la asistencia militar
estadounidense, que en 1989 cesó por completo. En agosto de
aquel año, el ACNUR y el PMA tomaron la decisión sin
precedentes de suspender la asistencia en el noroeste de Somalia,
tras los reiterados e infructuosos intentos de garantizar que no iba
a desviarse para fines distintos de los previstos. Dos años
después, el presidente Barre fue derrocado y el país se
sumió en un grado de violencia, hambre y desplazamiento de
población mayor que nunca.
Información
general de ACNUR
El ACNUR fue creado por resolución
de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 14 de diciembre de
1950, e inició sus actividades en enero de 1951, con un
mandato de tres años para ayudar a reasentar a los refugiados
europeos que aún estaban sin hogar como consecuencia de la
Segunda Guerra Mundial. Desde aquel entonces, el ACNUR no ha dejado
de trabajar para satisfacer las necesidades cada vez mayores de los
refugiados y personas desplazadas en el mundo.
En los más de cincuenta años
de actividades, el número de personas que son objeto de
preocupación para el ACNUR ha aumentado considerablemente, al
tiempo que se ha acentuado la complejidad del problema del
desplazamiento forzado.
Embajadores de buena
voluntad
ACNUR empezó a trabajar con la
figura de los Embajadores de buena voluntad a principio de la década
de 1980, cuando Richard Burton y James Mason fueron escogidos para
hacer declaraciones a los medios y eventos públicos a favor de
la causa de los refugiados.
Hoy en día siete Embajadores
de buena voluntad del ACNUR, con profesiones e intereses personales
muy variados, ponen al servicio de los refugiados su talento y su
tiempo. Ellos son: Barbara Hendricks, nombrada en 1987, Adel Imam en
2000, Angelina Jolie en 2001, Giorgio Armani en 2002, Julián
Clerc en el año 2003, Georges Dalaras, Osvaldo Laport en 2006,
Muazzez Ersoy en 2007 y Jesús Vázquez en el 2008.
Los Embajadores de buena voluntad
transmiten un mensaje de respeto y comprensión por los
problemas de los refugiados a un gran número de personas.
Logran captar la atención de las masas en eventos públicos,
programas de televisión, intervenciones en radio y artículos
de revistas. Igualmente, emplean su acceso privilegiado a medios
masivos de comunicación y otros recursos para dar voz a los
refugiados, quienes frecuentemente son víctimas olvidadas de
las crisis humanitarias y a menudo son objeto de prejuicios
infundados. Los embajadores de buena voluntad también alzan su
voz para apoyar a los refugiados en reuniones con líderes
mundiales, diplomáticos, profesores, oficiales nacionales y
con el público en general.
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